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Desentrañando el caos en el Medio Oriente: entendiendo las raíces del conflicto

Viernes 09 Mayo 2025 - 17:10
Desentrañando el caos en el Medio Oriente: entendiendo las raíces del conflicto
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Para comprender el paisaje en evolución del Medio Oriente, primero debemos abordar una cuestión crucial: ¿quién busca el caos en la región y quién lo orquesta? Comprender estas dinámicas revela quién se beneficia y cómo se puede liberar la región de la turbulencia.

La grave situación en Gaza presenta una ilustración clara del caos que Israel, junto a sus aliados globales—predominantemente gobiernos occidentales—parece estar perpetuando. A medida que aumenta el desorden, también crece la probabilidad de intervención externa. Por el contrario, una mayor estabilidad disminuye la necesidad de influencia externa. Así, parece que las potencias globales están extendiendo deliberadamente las crisis regionales, fomentando la dependencia entre los estados locales. Los intereses de las naciones imperialistas, representados por Israel, no residen en establecer estabilidad política, paz social o prosperidad económica para la región, sino en mantener un statu quo que sirva a sus agendas.

La narrativa prevalente impulsada por perspectivas occidentales y sionistas sostiene que preservar la seguridad nacional de Israel es la principal prioridad de las naciones occidentales en el Medio Oriente. Sin embargo, esta afirmación es fundamentalmente engañosa. La violencia continua y la agresión unilateral que muestra Israel hacia los estados vecinos, particularmente Siria, desafían esta noción. El verdadero objetivo del apoyo occidental parece ser facilitar las ambiciones más amplias de Israel, a menudo articuladas como el establecimiento de un Gran Israel.

Es esencial reconocer que ningún estado en la región representa una amenaza genuina para Israel. Esta realidad se subraya por el hecho de que los actores regionales, incluido Hamas, han expresado su disposición a reconocer a Israel dentro de los límites establecidos por las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de 1967. Además, incluso Irán, a menudo considerado un adversario acérrimo, ha sufrido pérdidas significativas de poder, lo que lo hace incapaz de plantear un desafío significativo. Cabe destacar que, incluso ante las ofertas de paz del nuevo gobierno sirio, Israel ha continuado sus ataques aéreos.

El camino a seguir

Para mitigar la violencia en aumento, es imperativo que cesen las acciones militares israelíes sin restricciones contra los países vecinos. Las naciones occidentales que históricamente han proporcionado un apoyo inquebrantable a Israel deben reconsiderar esta postura. La crisis humanitaria en Gaza, exacerbada por el bloqueo que impide la entrada de ayuda esencial, ha llevado a condiciones desesperadas para los civiles inocentes, predominantemente mujeres y niños.

La agresión desenfrenada no solo empaña la imagen de las naciones occidentales, sino que también pone en peligro sus propios intereses nacionales. Cuanto más apoyo extiendan a Israel, mayor será la inestabilidad política y la inseguridad que enfrentarán. Esta inestabilidad se evidencia en las crisis migratorias que ya han comenzado a afectar a los países occidentales.

Además, naciones árabes como Egipto y Jordania, que se han mantenido mayormente pasivas ante la agresión israelí, están experimentando un aumento de tensiones y disturbios sociales. La posibilidad de un levantamiento político en estos estados es palpable. La población árabe está cada vez más preocupada por sus contrapartes palestinas, cuya situación ha persistido durante casi dos años bajo condiciones opresivas. Las acciones israelíes continuas arriesgan encender conflictos regionales más amplios.

Por último, la explotación por parte de Israel de minorías étnicas y religiosas, incluidos los drusos, plantea más riesgos para la estabilidad en Siria. En medio de un mundo árabe políticamente fragmentado y un trasfondo de influencia iraní, las provocaciones de Israel amenazan con exacerbar las tensiones, particularmente con Türkiye, que ha apoyado a la oposición siria desde el inicio del conflicto civil en 2011. Occidente enfrenta un desafío crucial en la navegación de posibles confrontaciones entre Türkiye e Israel.

A la luz de estas complejidades, las potencias externas deben abstenerse de incitar divisiones entre las poblaciones minoritarias de Siria. Los kurdos y drusos, decididos a coexistir pacíficamente con la comunidad siria en general, no deben ser manipulados hacia el conflicto. El estímulo del gobierno turco hacia esta coexistencia pacífica es una señal esperanzadora en medio de la turbulencia.

 

El camino hacia la estabilidad en el Medio Oriente radica en desmantelar las estructuras que perpetúan el caos. Solo a través de un esfuerzo concertado para abordar las causas profundas del conflicto puede la región esperar un futuro definido por la paz, la estabilidad y la prosperidad.



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