La ofensiva encubierta de Argelia en Francia agrava la crisis diplomática
Una serie de operaciones encubiertas, supuestamente orquestadas por Argelia en territorio francés, ha intensificado las tensiones diplomáticas entre ambos países, con implicaciones que van más allá del espionaje. Según un explosivo informe del Journal du Dimanche (Lejdd), el régimen argelino, bajo el liderazgo del presidente Abdelmadjid Tebboune, está acusado de llevar a cabo campañas clandestinas dirigidas contra disidentes políticos y miembros de la diáspora argelina en Francia.
El informe expone un esfuerzo coordinado de los servicios de inteligencia argelinos para reprimir la disidencia en el extranjero. Citando fuentes anónimas de los servicios de seguridad franceses, Lejdd confirma que estas operaciones no fueron actos aislados. “Tenemos pruebas concretas; los servicios argelinos no actuaron por cuenta propia”, declaró un alto funcionario francés.
Entre los incidentes más alarmantes figura la presunta agresión al periodista Abdou Semmar en la región de París. El agresor, supuestamente vinculado a operativos argelinos, huyó a Argelia tras el ataque. El caso de Semmar no es único. El conocido youtuber Amir DZ y otros opositores también han sido objeto de amenazas e intimidaciones, lo que apunta a una estrategia más amplia para neutralizar voces críticas en el exterior.
Las autoridades francesas han relacionado estos incidentes con miembros de la embajada argelina en París. En un movimiento diplomático inusual y grave, el Ministerio de Asuntos Exteriores francés ha solicitado el levantamiento de la inmunidad del primer secretario de la embajada, a quien se considera clave en la coordinación de estas acciones clandestinas. Esta solicitud refleja la creciente frustración del gobierno francés ante lo que percibe como violaciones flagrantes de su soberanía.
La investigación de Lejdd sugiere además una estrategia política más amplia: al atacar a críticos en el extranjero, el régimen argelino busca mantener el control sobre su diáspora y disuadir cualquier forma de oposición. Escritores argelinos de renombre como Boualem Sansal y Kamel Daoud—críticos constantes del régimen—han sido blanco de campañas de difamación y hostigamiento pese a residir en Francia. Sus casos revelan una tendencia clara: en lugar de entablar debate, las autoridades optan por la marginación y el descrédito como herramientas de represión extraterritorial.
Congelación diplomática
Estas revelaciones han agravado aún más el ya tenso estancamiento diplomático. A mediados de abril, Argelia expulsó repentinamente a doce funcionarios franceses, lo que provocó una respuesta recíproca por parte de París. El ministro de Exteriores, Jean-Noël Barrot, describió la situación diplomática como “completamente congelada”. A pesar de gestos simbólicos, como la conmemoración de las masacres de Sétif de 1945 mediante una visita parlamentaria francesa a Argelia, la relación bilateral sigue bloqueada.
Barrot lamentó las consecuencias personales para el personal diplomático afectado, calificando las expulsiones de “brutales”. El embajador de Francia en Argelia, Stéphane Romatet, permanece en París sin fecha prevista para su regreso. Barrot añadió que no descarta nuevas represalias y subrayó que la diplomacia requiere estrategia y discreción.
El presidente Emmanuel Macron ha solicitado informes detallados para reevaluar las relaciones bilaterales. Según Lejdd, ha recibido análisis completos de su equipo diplomático y del departamento de África del Norte y Medio Oriente del Ministerio de Exteriores.
El Sáhara como telón de fondo
El conflicto subyacente tiene raíces más profundas, especialmente en relación con la posición francesa sobre la soberanía marroquí en el Sáhara. En julio de 2024, Macron respaldó oficialmente el plan de autonomía de Marruecos mediante una carta dirigida al rey Mohammed VI, afirmando que el futuro del Sáhara está bajo control marroquí. Esta postura fue reiterada durante su visita de Estado a Marruecos en octubre, donde dejó claro que la decisión francesa no pretendía provocar a ningún país.
Argelia, firme defensora del Frente Polisario, reaccionó con dureza. Para muchos analistas, las recientes acciones de Argelia—incluyendo su hostilidad hacia Francia—son una respuesta a este cambio diplomático hacia Rabat. El reconocimiento francés de la soberanía marroquí marcó un punto de inflexión que Argelia no ha aceptado.
Mientras el gobierno francés evalúa su próximo movimiento frente a las provocaciones argelinas, las tensiones siguen aumentando. El conflicto ya no es solo diplomático: se ha convertido en una prueba de soberanía estatal, derecho internacional y los límites de la represión transnacional.
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