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Marroquíes residentes prefieren Europa antes que Marruecos para sus vacaciones

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Marroquíes residentes prefieren Europa antes que Marruecos para sus vacaciones
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Hubo un tiempo en que pasar el verano en Marruecos era un placer sincero, lleno de nostalgia: volver a las raíces, compartir tajines en familia, caminar por las vibrantes callejuelas de las medinas bañadas por el sol. Pero hoy en día, esa costumbre está cambiando. Cada vez más marroquíes residentes en el extranjero acortan su estancia en el país para visitar a sus seres queridos, y luego viajan a España o Portugal para disfrutar de unas “vacaciones reales” — cómodas y a precios razonables.

Marruecos ha alcanzado niveles alarmantes en cuanto a precios hoteleros. Una habitación doble en un hotel medio en Marrakech o Agadir puede costar entre 150 y 200 euros por noche, muchas veces sin desayuno, sin hospitalidad destacable y con estándares cuestionables de limpieza. En cambio, en España, por la mitad del precio, se puede disfrutar de un hotel moderno con aire acondicionado, piscina limpia, desayuno buffet y personal amable y multilingüe.

Portugal ofrece aún más por menos. Por unos 70 euros la noche, es posible hospedarse en un apartamento con vista al mar, cocina equipada y total tranquilidad. Ese mismo precio en Marruecos solo alcanza para un riad “con encanto”, sin estacionamiento, con ruido nocturno, mosquitos y una recepción cerrada después de las 22:00.

Los testimonios se multiplican y las comparaciones se vuelven inevitables. Muchos marroquíes ya no están dispuestos a pagar más por menos. Prefieren reservar sus verdaderas vacaciones en la costa andaluza o en Lisboa, donde el turista es bien recibido y no tratado como una cartera con patas.

Para ellos, Marruecos se ha convertido en una parada emocional: una escala de unos días para cumplir con compromisos familiares, asistir a una boda o a una festividad religiosa. Luego, regresan a Europa, donde empiezan realmente las vacaciones.

Mientras tanto, los hoteleros marroquíes siguen subiendo los precios, achacando la situación a la crisis global, los costes de operación o el clima. Pero se niegan a reconocer lo evidente: la relación calidad-precio en Marruecos es cada vez más un espejismo, y el sueño turístico se convierte en una pesadilla contable.

El resultado: incluso los turistas europeos están empezando a evitar Marruecos, eligiendo en su lugar las islas griegas, la costa española o Croacia. Y los marroquíes del extranjero se convierten en turistas de paso, fieles a su tierra natal solo por afecto, pero con la mente clara sobre dónde pasar sus verdaderas vacaciones: donde no se paga 300 dirhams por un sándwich, donde el turista sigue siendo un invitado, no una fuente de ingresos a explotar.



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